Un sillón nuevamente en disputa

Marcos Rodríguez
callesdeolavarria@gmail.com
Publicado en El Popular, 28 de abril de 2019

Este 2019 pone en juego nuevamente la elección de quien, a partir del 10 de diciembre, ocupará el denominado sillón de Amparo Castro. Y si de aniversarios hablamos este año trae consigo el cumplirse ochenta años del fallecimiento de Amparo Castro y setenta años de la imposición de su nombre a una calle de Olavarría. Pero, ¿quién fue Amparo Castro? ¿Por qué se conoce con su nombre al sillón que ocupan los intendentes olavarrienses?

En la sesión del 17 de septiembre de 1949 el Concejo Deliberante sancionaba, por unanimidad, una ordenanza mediante la cual se le deba el nombre de Amparo B. Castro a la calle 33 de la ciudad, o sea a la prolongación de la calle Alsina en el barrio San Vicente. Algo más de diez años antes, el 14 de marzo de 1939, había fallecido a la edad de 56 años el exintendente con cuyo nombre tradicionalmente se conoce al sillón que ocupan circunstancialmente a lo largo del tiempo los intendentes de Olavarría: el sillón de Amparo Castro. 

Dirigente del partido radical durante muchos años, Castro fue un hombre clave en la política olavarriense de la década del veinte del siglo pasado. Puntualmente desplegó una destacada actuación en la política local en el período que va de 1918 a 1930. Sobresalió en las filas del partido radical, desempeñándose también como diputado provincial, concejal y presidente del Tiro Federal. Ocupó el cargo de intendente en 1918-1919 y alternativamente entre 1923 y 1930 ya sea como titular del ejecutivo comunal, intendente interino o presidente del Concejo Deliberante. La gestión se Amparo Castro se destacó por el mejoramiento de la red vial del partido, la construcción de nuevos pabellones en el hospital municipal, el levantamiento de los edificios de la escuela 17 y de la comisaría en terrenos donados por el municipio, las gestiones para la llegada del ferrocarril provincial a Olavarría y la creación del vivero municipal. También sobresalen las obras viales y la creación de distintas reparticiones, oficinas y servicios en el ámbito de la administración comunal, como lo son las delegaciones de Espigas y Recalde y las inspecciones veterinaria y sanitaria.

En oportunidad de celebrarse el cincuenta aniversario de la autonomía municipal, El Popular enumera, en su edición extraordinaria del 26 de mayo de 1929, las obras más destacas llevadas a cabo por la administración comunal entre 1918 y 1928. Entre ellas se encuentran la construcción de los mataderos, la remodelación del Parque Mitre, la pavimentación de 107 cuadras, construcción de pabellones en el hospital, veredas en la plaza central y en la municipalidad, la portada del cementerio, el vivero municipal y diversas refacciones en la municipalidad, los mataderos, la comisaría y el corralón municipal. 

En ocasión de tratarse en el recinto del Concejo Deliberante, aquel 17 de septiembre de 1949, el despacho por el cual otra calle de nuestra ciudad recibía le nombre de una figura local, el concejal Criante sostenía que se trataba de un justiciero homenaje que se tributa a un hombre que ha sido ejemplo por sus virtudes, por su rectitud y su honradez. Por su parte, el concejal Moya, adhiriendo con su voto sostuvo que en oportunidad de haberse rendido homenaje a Amparo Castro hizo la salvedad de que no obstante discrepar en sus ideas políticas, había reconocido la honradez y la rectitud del ciudadano a quien se tributa el honor de dar su nombre a una calle de la ciudad. A su vez, el concejal Spinella se sumaba a lo antedicho señalando que la probidad ciudadana del Sr. Castro merecía el voto espontáneo de la iniciativa. Luego de estas intervenciones, el Concejo aprueba por unanimidad la ordenanza. 

El 9 de febrero de 1950 se procedió al descubrimiento de la placa que daría el nombre de Amparo B. Castro a la continuación de la calle Alsina en el barrio San Vicente. El discurso de rigor estuvo a cargo del secretario municipal Adolfo Veyrand, contándose con la presencia de la viuda del homenajeado, Fermina Carmen Silva, con quien se había casado el 31 de octubre de 1908 en Buenos Aires. En marzo de 1911 nacería la única hija del matrimonio, Carmen Elvira Castro.

Cierta tradición de origen impreciso designa al puesto de intendente de Olavarría como “el sillón de Amparo Castro”, así como se habla del sillón de Rivadavia para aludir a la Presidencia de la Nación o el de Dardo Rocha en el caso de la provincia de Buenos Aires. Podríamos preguntarnos porque no se habla del “sillón de Eulalio Aguilar”, presidente de la primera corporación municipal en 1879. O en su caso, del “sillón de Camilo Giovaneli”, primer intendente elegido por sus conciudadanos concejales en 1890. En el terreno de las especulaciones en torno del origen de esa tradición, podríamos afirmar que Amparo Castro fue el primer intendente olavarriense en sentido literal. Asentado en el libro de bautismos de la parroquia San José el 21 de abril del año 1883, en él se indica que Castro nació el 22 de marzo de aquel año, siendo sus padres Crescencio Castro y Josefa Isasa, domiciliados en Olavarría. Las “figuras locales” homenajeadas hasta el momento donde sus nombres a calles habían tenido su actuación durante los tiempos fundacionales o poco después y no eran nacidas aquí, sino que habían llegado de las más variadas procedencias, como Córdoba en el caso de Rendón, Corrientes en el caso de Collinet o Buenos Aires cuando hablamos de Pelegrino, por solo dar algunos ejemplos. De esta manera Amparo Castro sería el primer nacido en Olavarría que llegará a desempeñar el cargo de intendente –al que llegó en 1918- y el primer local, en sentido estricto, en tener una calle con su nombre dentro de la nomenclatura urbana de Olavarría. 

Por último, un reciente hallazgo. Tanto en el uso que le ha dado la prensa, en las normativas y documentos oficiales, en su necrológica y hasta en la misma firma de Amparo Castro aparece una B correspondiente al segundo nombre sobre el cual no teníamos, hasta hoy, información respecto a que correspondía. En una reciente conversación con su nieto Alberto Beruti, nos contaba entre muchos otros recuerdos e historias familiares, que la B del segundo nombre de don Amparo correspondía a Bienvenido. Al cumplirse este año ochenta años de su fallecimiento y setenta de la imposición de su nombre a una calle de Olavarría, bienvenido sea volver a recordar al primer olavarriense que ocupó el cargo de intendente, bienvenido sea también que este año, en el marco de la democracia, su sillón vuelva a ponerse en disputa.

Comentarios

  1. Muy buena la semblanza de Amparo Castro, intendente de avanzada de Olavarría.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario