De regreso a la patria

A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd
Alphonse de Lamartine


Marcos Rodríguez
callesdeolavarria@gmail.com
Publicado en El Popular, 15 de septiembre de 2019

La historia de José Valentín de Olavarría y Manuel Isidoro Suarez tiene ribetes novelescos. Ambos fueron dos destacados guerreros de la independencia americana. En vida fueron grandes amigos, compartiendo la conformación del Ejército de los Andes. Combatieron juntos en muchas batallas de la gesta emancipadora. Incluso formaron parte de los vencedores de Junín, en el Perú, el 6 de agosto de 1824. En diciembre de ese año sellaron la libertad americana en la batalla de Ayacucho, tras la cual regresaron al país. Poco después, la guerra contra el Brasil los encontraría compartiendo nuevamente el campo de batalla, donde volverían a destacarse. 

Bóveda que aloja los restos de José Valentín de Olavarría, Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires

Suárez y Olavarría participaron en las luchas civiles junto al general Lavalle. Derrotados y por sus desavenencias con la política de Juan Manuel de Rosas, deben exiliarse en Montevideo. La muerte a Olavarría lo sorprende el 23 de octubre de 1845, a los 44 años. Y a Suárez lo sorprenderá unos meses después, a los 47, un 13 de febrero de 1846 durante una visita a las hijas de su camarada. Era, precisamente, el aniversario del natalicio de su amigo el Coronel Olavarría. Se profesaron una profunda amistad, eran casi de la misma edad, llegaron a iguales grados en la carrera militar, compartieron las mismas campañas, juntos se exiliaron, en un mismo lugar terminaron sus días con pocos meses de diferencia. Fueron enterrados juntos en el Cementerio General de Montevideo. 

En 1879 cuando se decidió repatriar sus restos, descubrieron que no se los podía diferenciar. Hoy, Manuel Isidoro Suárez y José Valentín de Olavarría reposan en la bóveda (en la que quizá debería descansar Jorge Luis Borges en tanto bisnieto del Coronel Suárez, pero esa ya es otra historia…) que los Suárez poseen en el Cementerio de la Recoleta, en una urna con sus nombres entrecruzados, unidos en la muerte como lo estuvieron en la vida. 

Urna que contiene los restos de José Valentin de Olavarría y de Isidoro Suárez, Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires

Los restos de Olavarría y Suárez fueron exhumados el 26 de septiembre de 1879. La prensa de la época informa sobre el homenaje con que el pueblo y gobierno uruguayo se sumaron al acto de traslado de la urna conteniendo sus restos con destino a Buenos Aires, confundidos en un solo haz de despojos, vinculados tan estrechamente en la eternidad como lo estuvieron en vida por la más íntima comunidad de destino. Los relatos describen el traslado de sus restos en el marco de una ceremonia imponente y conmovedora que incluía un carro fúnebre tirado por cuatro caballos enmantados de negro abriendo la marcha, guardia de honor, cadetes, batallones de línea vestidos de gran parada y un numeroso cortejo compuesto por distintas personalidades públicas. 

A media tarde del 29 de septiembre varios miles de personas se agolparon en el puerto de Montevideo para entregar los despojos de los héroes a la comisión argentina encargada de recibirlos. Con la caída del sol la cañonera Parará abandonaba el Uruguay con su pabellón en señal de duelo y haciendo un disparo de cañón cada cinco minutos. Los buques de guerra nacionales y extranjeros surtos en la costa tributaban el correspondiente saludo. 

La mañana del 30 de septiembre de aquel 1879 la cañonera Paraná llegaba a una Buenos Aires que esperaba los restos de Olavarría y Suárez con la bandera a media asta en todos los buques de guerra y en todos los edificios públicos. La gente se agolpaba en la ribera mientras el ejército formaba a lo largo del entonces Paseo de Julio con banderas y tambores enlutados. Colocada la urna en un espléndido carro fúnebre fue conducida y depositada en la Catedral acompañada por un gran cortejo popular. Luego de los oficios religiosos los restos fueron trasladados al Cementerio de la Recoleta donde fueron recibidos por el presidente Nicolás Avellaneda, quien se explayo con un (acostumbrados en él) grandilocuente discurso.

El decreto, publicado el 17 de septiembre de 1879 por el Departamento de Guerra de la Nación, mandando a hacer honores militares a los restos de los coroneles José Valentín de Olavarría e Isidoro Suárez, con motivo de su repatriación desde Uruguay

El año 1879 será trascendente para la historia de Olavarría. En mayo se instalaba la Corporación Municipal y con ello se consagraba la autonomía y se materializaba la creación del partido, separándonos de Azul. En su configuración inicial no casualmente lindaba con el de Coronel Suarez. La geografía política posterior separará ambos partidos. No será así con los amigos y héroes de la independencia cuyos restos volverán a la patria en septiembre de aquel año para seguir juntos más allá de la muerte.

José Valentín de Olavarría  

José Valentín de Olavarría nació en Salto, Provincia de Buenos Aires, el 13 de febrero de 1801. Hijo de Antonio de Olavarría, coronel de Blandengues de Buenos Aires, que prestaba servicio como comandante de fronteras y de Gertrudis Rodríguez Peña. 

José Valentín de Olavarría

Ingresó al ejército, cuando promediaba una década de vida como cadete al Regimiento de Artilleros de Buenos Aires. Fue promovido a subteniente de bandera en 1815. Fue Alférez en el Ejército de los Andes e intervino en las campañas que liberaron a Chile y a Perú. Asistió a la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, dando cuenta de sus dotes excepcionales como soldado. Tomó parte en la campaña al Sur de Chile, y participó del ataque de Talcahuano. El 11 de marzo de 1819 se lo promovió al grado de capitán de artillería, por su comportamiento en la batalla de Maipú. 

Después de la renuncia de San Martín, se unió a Simón Bolívar para continuar en el Perú la lucha por la emancipación de Latinoamérica. Transferido a un escuadrón de granaderos a caballo, asistió a las decisivas victorias de Junín en agosto de 1824 y Ayacucho en diciembre del mismo año. Tras esta última batalla que le valió una condecoración, solicitó a Bolívar el retiro, quien se lo concedió con el grado de coronel. Regresó a Buenos Aires y se incorporó como jefe de un regimiento al ejército para la Guerra del Brasil, destacándose su accionar en la batalla de Ituzaingó. 

En 1828 se unió a las tropas unitarias del Lavalle que combatían a las federales. Tras la derrota de aquellos tuvo que emigrar al Uruguay donde hubo de enfrentarse Manuel Oribe antes de engrosar las filas de José Fructuoso Rivera y combatir del lado de éste en la llamada Guerra Grande. En su carrera militar, obtuvo cinco condecoraciones: dos cordones, dos escudos y una estrella de la "Legión del Mérito" de Chile. Retirado de la vida militar y casado Gertrudis Rodríguez, con quien tuvo tres hijos, José, Aurelia y Gertrudis, se dedicó a explotar un campo en Mercedes. Falleció el 23 de octubre de 1845 en Montevideo, Uruguay.

Comentarios