Marcos Rodríguez
callesdeolavarria@gmail.com
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Vista de la avenida Uriburu (hoy Colón) en su cruce con la calle Rivadavia. Circa 1940 |
Efectivamente, en
nota de fecha 8 de septiembre de 1932 dirigida al intendente municipal Ing.
José M. Ferreccio, el presidente del Concejo Deliberante, Antonio Grimaldi, le
comunica que “este H. C. D. en sesión de
anoche ha sancionado la siguiente ordenanza: art. 1, denomínese Avenida Tte.
General J. F. Uriburu al actual B. Colón en la parte comprendida entre el B.
Brown y el B. Pringles. Art. 2, denomínese Boulevard Colón a la actual arteria
en la parte comprendida desde el boulevard Pringles al este”. Con esta
medida, la actual Avenida Colón tendría durante casi treinta años a lo largo de
su recorrido un total de tres nombres ya que, bastante tiempo atrás y por
ordenanza del 23 de abril de 1909, el tramo correspondiente a Pueblo Nuevo
llevaba el nombre de Carlos María de Alvear.
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La Olavarría antigua y la moderna, lo rural y lo urbano. Todo ello se resume en esta fotografía del histórico puente de hierro de la avenida Colón que atravesaba el arroyo Tapalqué |
Así, a pocos meses de su muerte y a dos años del golpe de estado que encabezara, José Felix Uriburu vestía con su nombre a una de las principales arterias de nuestra ciudad. Uriburu nació en Salta en 1868 y murió en París en 1932. Encabezó el primer golpe de estado de la historia argentina ejerciendo como presidente de facto entre septiembre de 1930 y febrero de 1932. Desempeñó en el marco de su carrera militar, entre otros, los roles de agregado militar, inspector general del ejército, miembro del Consejo Supremo de Guerra y director de la Escuela Superior de Guerra.
En 1958 durante el
debate en el Concejo Deliberante sobre los cambios en la nomenclatura y en
torno a la restitución (luego de 26 años) del nombre Cristóbal Colón, y por
ende, a la quita del de José Félix Uriburu se afirmaba que el primer presidente
de facto había llegado a tener un lugar entre las calles de Olavarría en el
marco de un homenaje apresurado, teñido del apuro del fervor político de una
hora y llevado a cabo sin la perspectiva del tiempo, sin que la historia haya dado
su fallo. La historia se hace y se rehace, se lee y se relee; esta vez por
otros lares le está tocando al navegante genovés.
En su informe de
1904 sobre la situación de la comuna el Comisionado Mendiburu indicaba que los
puentes sobre el arroyo Tapalqué “prestan
inmensos servicios á la población que vive del otro lado del arroyo y que se
encuentra incorporado á la planta urbana por una ordenanza que sancionó el
Consejo Deliberante en años anteriores; los habitantes alcanzan en esa parte
del pueblo á 3000, notándose crecientes progresos en la edificación de ese
barrio”. En párrafos siguientes sostenía que “el puente necesario sería el que se construyera con los fondos de la
ley 2 de Enero de 1883, cuya ubicación obligada sería en la continuación del
boulevard Colón”.
Será la tarde del
15 de agosto de 1909, y tras haber superado algunos escollos, la que verá
inaugurado el tan ansiado puente. Bajo la intendencia de Rafael Muñoz y poco
después de las tres de la tarde de aquel domingo, los acordes de la banda
municipal y el estruendo de las bombas anunciaron los comienzos de la ceremonia
de inauguración. Costeado por el gobierno de la Nación, pero atribuido a las
gestiones del por entonces senador Mendiburu, el “puente de hierro” (muchas
veces bautizado “de fierro”, “de los suspiros” o menos románticamente “de los
suicidios”) prestó servicios durante 57 años uniendo al centro con el Pueblo
Nuevo y más allá. Testigo de las aguas, a veces mansas, a veces procelosas, que
corrieron debajo y también de la ciudad que creía sus márgenes, fue
desmantelado en marzo de 1966, no sin antes rendirle un cálido tributo de
despedida.
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