Marcos Rodríguez
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Tres meses antes de realizado el homenaje, el 20 de agosto de 1938 moría en Buenos Aires a los 64 años, don Antonio Pelegrino. Había nacido también en aquella ciudad pasando la mayor parte de su existencia en Olavarría. Aquí desarrolló una intensa vida pública, razón por la cual incluimos a Pelegrino entre las figuras que hemos dado en llamar locales. Conocido su deceso, el presidente del Concejo Deliberante dicta una resolución de rigor que en sus considerandos realza la figura de Pelegrino a razón de haber ocupado “entre otros los cargos de concejal, mayor contribuyente, juez de paz suplente y defensor de menores. Que en los mismos demostró una honda preocupación por los intereses a él confiados, destacándose por la corrección y rectitud de sus procederes. Que fue el principal organizador y propulsor de la Cooperativa Municipal de Electricidad Ltda. a la que llevó al grado de prosperidad actualmente alcanzado con gran beneficio para nuestra población. Que destácose por su entusiasmo y laboriosidad al frente de sociedades mutualistas y en otras actividades que tendieran al progreso local y mejoramiento colectivo comprometiendo la gratitud del vecindario en general (…)”.
Dentro de las varias instituciones en las que Pelegrino desarrolló su accionar público, dos merecen un párrafo aparte. En orden cronológico la primera es la Sociedad Argentina de Socorros Mutuos nacida el 24 de octubre de 1918 bajo la denominación de Sociedad Cosmopolita de Socios Mutuos. Fue una iniciativa del por entonces director de El Popular, Juan Baldana, recayendo la presidencia de su primera comisión directiva en Antonio Pelegrino. En diciembre de 1921 la Sociedad crea, junto a la Sociedad Española, la Farmacia Social (años más tarde la Sociedad Argentina pasará a ser la única propietaria). Poco después, en 1924, se producirá el cambio de denominación a raíz de reformas introducidas en sus estatutos. En 1929, ejerciendo nuevamente el cargo de presidente, Pelegrino inaugurará el panteón que la Sociedad posee en el cementerio municipal, lugar donde desde 1938 descansan sus restos.
La segunda institución a la que nos referimos y donde Antonio Pelegrino tuvo una participación descollante es la Cooperativa Municipal de Electricidad. Fue fundada el 23 de septiembre de 1928, aprobándose sus estatutos en asamblea del 18 de noviembre de ese año. El otorgamiento de personería jurídica llegó en septiembre de 1931, inaugurándose el edificio de usina en febrero de 1933. Bajo el decidido apoyo municipal y del vecindario olavarriense, el primer directorio fue encabezado por Pelegrino. Levantando las banderas del cooperativismo contra el monopolio y el abuso de los prestadores del servicio eléctrico de aquellos años, sorteando escenarios políticos y económicos adversos, la Cooperativa ganó un amplio reconocimiento y consolidación durante la siguiente década, teniendo en don Antonio Pelegrino uno de sus principales impulsores.
Antonio Pelegrino había nacido en Buenos Aires el 28 de octubre de 1873. Hijo de los italianos Vicente Pelegrino y Filomena Pagano, el censo nacional de 1895 lo ubica con 22 años en Olavarría, ciudad donde contrajo matrimonio ese mismo año con la azuleña Carmen Imperatrice. La profesión que se indica tanto en el relevamiento censal como en el acta de matrimonio es la de hojalatero. Los entramados de la historia encontrarán a Pelegrino a inicios de 1909, y debido a su oficio, ganando una licitación municipal para la provisión y colocación de chapas con los nombres de las calles y numeración de los domicilios de la, por entonces, exigua Olavarría. Curiosamente, décadas más tarde su nombre se verá plasmado en las chapas colocadas a lo largo de la arteria con cuyo nombre viste.
Al conmemorarse el tercer aniversario del deceso de Pelegrino, se procederá el 20 de agosto de 1941 al descubrimiento de dos placas de bronce sobre la vieja fachada de la usina de la Cooperativa Municipal de Electricidad. Una de ellas representa el homenaje de la Cooperativa a Antonio Pelegrino en tanto primer presidente y factor principal de su fundación y arraigo. La otra no es más que el cumplimiento material de lo estipulado por la ordenanza del 13 de noviembre de 1938 que fijó la denominación de la calle rindiendo homenaje a don Antonio Pelegrino. Afortunadamente, ambas placas fueron conservadas y recolocadas luego de las reformas del edificio de la usina e ilustran esta crónica.
Sin dudas, ese “lugar que considere más apropiado” que expresara la ordenanza de bautismo no pudo ser –al igual que el de la calle- mejor elegido. Las placas fueron colocadas en el edificio que simboliza el feliz coronamiento de una obra que encarga las aspiraciones y valores con que Antonio Pelegrino soñaba la ciudad que adoptó como propia. Así, la Olavarría de los años treinta rendiría homenaje a un hombre que se caracterizó por ser un incansable animador al principio de las empresas que emprendió, un entusiasta propagandista en su organización y un eficiente y dedicado administrador en sus momentos iniciales.
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