Nombrando y renombrando… (Parte I)

Olavarría, como tantos otros asentamientos humanos, se originó en inmediaciones de un curso de agua. En nuestro caso el arroyo Tapalqué ha sido testigo de la fundación (de “varias” de ellas), del crecimiento y de la expansión que el devenir de los años trajo a la ciudad. Esta relación ha tenido sus momentos buenos y momentos malos. El Tapalqué le ha dado a Olavarría el vital elemento para la subsistencia inicial, recreación, insumos a la economía, bellos paisajes, alivio al calor… también le ha quitado en momentos de aguas desmadradas. La ciudad le ha mostrado a su vez sus dos caras… la del interés y el cuidado, la de la desidia y el maltrato.

Tan intrincado es el vínculo entre el Tapalqué y Olavarría que la traza de ésta estuvo determinada por la presencia primera de aquel. En 1866, previamente a la fundación formal, Álvaro Barros procedió a la distribución de los primeros solares. Concretada en términos formales la fundación por decreto del 25 de noviembre de 1867, se encomendó, en 1868, al ingeniero Juan F. Czetz para que proceda al trazado del ejido del nuevo pueblo. Czetz puso manos a la obra sobre la base de las diez manzanas ya existentes, aunque debido a diversas objeciones el gobierno de la provincia decide no aprobarla. De esta manera, y ante la imposibilidad de Czetz de rectificar el trabajo realizado ya que es destinado a la frontera oeste, sumado al alejamiento de Barros y al traslado de la Comandancia Militar a Blanca Grande, Olavarría carecerá de trazado oficial durante su primera década de vida. Recién en agosto de 1877, el flamante pueblo tendría aprobado su ejido a partir de una nueva traza realizada por el agrimensor Juan Coquet entre febrero de 1876 y mayo de 1877 y que es (casi) la que conocemos hoy.

La historia de la conformación de la traza de Olavarría, con sus manzanas, quintas, chacras y límites del ejido urbano, ha sido bastante accidentada. Czetz y Coquet fueron los principales protagonistas, ambos dieron nombre a sendas plazoletas en 1970. Hoy, una urbanizada, la otra rebautizada. Czetz sumaría una calle con su nombre en 1975. Pero esta ya es otra historia.

Volvamos a Olavarría y el Tapalqué. Estas intrincadas circunstancias que hacen al paisaje y el diseño urbano han dado como resultado el contar con un conjunto de parques que acompañan el curso del arroyo. Producto, este conjunto, de una suerte de política de Estado que ha tenido Olavarría casi desde tiempos fundacionales y que se extiende hasta nuestros días. Política basada en sucesivas transformaciones y ampliaciones a fuerza de compras, expropiaciones y acciones de urbanización, no exentas muchas veces de controversias. Hoy nos centraremos en los nombres de estos espacios ribereños y veremos que parecen conformar, a veces, "capas geológicas" que dan cuenta del cariz de los tiempos en que esos espacios fueron bautizados. A veces ratificados, rectificados, relegados u olvidados. Otras, y no poco frecuentemente, superpuestos. Seguiremos el elemento ordenador del tiempo que ha dado sucesión a estas capas de nombres de los distintos sectores que conforman los parques ribereños de Olavarría.

En septiembre de 1901 el Concejo Deliberante ratificaba por unanimidad un decreto del intendente municipal que dio el nombre de “Bartolomé Mitre al paseo de la ribera del arroyo Tapalqué anexa la Boulevard Almirante Brown”. Figura vastamente homenajeada en Olavarría, aquel 1901 Mitre alcanzaba los 80 años de edad. Sin mayores precisiones en cuanto a extensión y límites, incluso se omitía al sector correspondiente a la margen izquierda del arroyo, Olavarría daba nombre al parque emblemático de la ciudad. En este 2021 nos encontramos ante el bicentenario del nacimiento del expresidente y ante el centenario de la inauguración del busto en el parque que lleva su nombre. En futuros trabajos ahondaremos en esta historia.

Resolución del Concejo Deliberante por la que se denomina Bartolomé Mitre al paseo de la ribera del arroyo Tapalqué anexa a la calle Almirante Brown. Digesto Municipal 1911, p.28.

Unos 60 años más tarde, la ordenanza 31 sancionada por el Concejo Deliberante el 7 de julio de 1961 le deba el nombre de “Alejandro María de Aguado a la fracción de tierra circundante al Monumento al Gral. José de San Martín, comprendida entre las Avdas. del Valle y Brown, la margen derecha del Arroyo Tapalqué y el puente para peatones de la calle Hornos”. Aguado, militar, comerciante y banquero sevillano, nombró a su amigo el Gral. San Martín su primer albacea, tutor y curador de sus dos hijos menores en unión con la madre. También le correspondió a San Martín un legado importante, que le aseguraba una posición económica holgada: Aguado le había dejado en herencia todas sus joyas y condecoraciones.

Alejandro María de Aguado

Corría el 7 de septiembre de 1973 cuando el Concejo Deliberante sancionaba la ordenanza número 27 por la que denominaba Plaza República de Chile al sector delimitado “por Avda. Del Valle, calles Maipú, Vélez Sarsfield y ribera del Arroyo Tapalqué, como expresión de confraternidad había la hermana República de Chile”. Iniciativa del Centro Social y Deportivo Chileno Abrazo de Maipo, la inauguración llegaría en septiembre de 1975 en ocasión de celebrarse un nuevo aniversario de la independencia de Chile. Aún hoy podemos ver la estructura que alguna vez dio soporte a la placa alusiva.

Izquierda: inauguración de la Plaza República de Chile, 18 de septiembre de 1975
Derecha: monolito emplazado en el sector de av. del Valle y Maipú, año 2021

En 1992 al sector del parque sobre Riobamba entre Belgrano y San Martín se le impondría el nombre de plazoleta Dr. Jorge Alberto Scala. Se plasmaba de esta manera el homenaje a uno de los médicos de mayor arraigo popular entre la comunidad de Pueblo Nuevo y la de Olavarría toda. Scala supo conjugar la alquimia perfecta entre conocimientos profesionales, paciencia, carisma y simple humanidad. Llegó a Olavarría en 1961 a los 26 años recién graduado e inmediatamente la clínica María Auxiliadora, de la que fue cofundador, se convirtió, junto a la atención de sus pacientes ya sea en su casa/consultorio o a domicilio y a cualquier hora, en el centro de su vida.

Dr. Jorge Alberto Scala

Al año siguiente, en septiembre de 1993, el Concejo Deliberante sancionaba la ordenanza 1716/93 por la cual se autorizaba “al Departamento Ejecutivo a imponer el nombre de Plaza de los Abuelos al espacio público ubicado en la calle Vergara entre Hornos y Bolívar de la ciudad de Olavarría”. Al mismo tiempo se habilitaba “la erección y emplazamiento de un monumento alegórico propuesto y provisto por el Instituto Nacional de Servicios Sociales de Jubilados y Pensionados”. Tal monumento nunca se materializó y solo vimos por algunos años emplazado un pedestal hoy retirado. Por otra parte, y agudizando la vista sobre el plano, correspondería indicar Riobamba en vez de Vergara (hoy calle Capitán de Corbeta Diego Manuel Wagner, ord. 4578/20), no sin razón existe en el lugar un monolito que recuerda esa batalla.

Basamento que estuvo emplazado en Riobamba y Hornos y destinado al monumento a erigirse en la Plaza de los Abuelos según ord. 1716/93. Retirado hace unos años. 

En una próxima entrega abordaremos los parques creados sobre la ribera del arroyo Tapalqué entre 1998 y 2014. 

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